miércoles, 29 de febrero de 2012

Proyectos di-vinos.

Cuando alguien emprende un proyecto, puede hacerlo de dos maneras: una, empleando el capital justo por si vienen mal dadas; y dos, apostando fuerte por algo que se basa más en la pasión que en el hecho de ganar dinero. Voy a hablar de este segundo caso que, en mi opinión, no dejan de ser empresas quijotescas, (hoy más que nunca) viendo la actual situación económica.
Desde aquí rompo una lanza por este tipo de emprendedores que arriesgan, sin tener necesidad, con un modelo de empresa 'pasional 100%'. 
Esta entrada pretende rendir homenaje a Sergi Ferrer- Salat que, con sus fantásticos Monvinic y Fastvinic( también la bodega Ferrer Bobet), encarna un ejemplo excelente de lo que acabamos de comentar, con una filosofía vinculada al disfrute del mundo del vino.

De Monvinic se ha escrito mucho, pero la impresión que me produjo cuando entré por la puerta de este establecimiento, es la de entrar en un templo dedicado al mundo del vino.
      


Desde el exterior no es nada llamativo, habrá gente que pase por la puerta miles de veces sin reparar lo que hay dentro. Una vez que entras, lo que te asalta es el diseño vanguardista(puede intimidar un poco) que da paso a varios ambientes pensados para el conocimiento y disfrute del vino. Por un lado una biblioteca(sólo para socios) destinada a la consulta y el enriquecimiento del saber vitícola.

A continuación tenemos una serie de mesas bajas y una barra con taburetes(wine bar), donde podremos elegir(en un iPad) desde 40 vinos por copas o medias copas, hasta botellas de todo tipo de precio-varietal de uva-zona del mundo…IMPORTANTE, a precios muy comedidos. Tras él está la fastuosa bodega semi-oculta, en la que se encuentran esas más de 4.000 botellas que han sido elegidas cuidadosamente por el equipo de sumilleres del local.
Por último, encontramos  unas inmensas mesas corridas, en las que se puede comer a la carta, y al fondo una sala de catas con todo lo necesario.
Viendo tal despliegue, nos decidimos a comer lo que nos sugería el menú proyectado en la pared, degustando varios vinos por medias copas, que decidimos en función de lo que nos sugería el sumiller y el plato que entraba. Fue un exito, os lo recomiendo. (50-60€/pers)

El personal, que amablemente te atiende, posee una gran cualificación, pero no por ello deja de estar pendiente de cómo hacer disfrutar a quien allí se acerca. Este hecho, para mí, es crucial y fue muy satisfactorio el encontrar estas ganas por agradar en este maravilloso local.

Hay que tener en cuenta que quien va a este tipo de establecimientos no siempre tiene unos conocimientos amplios sobre vino, y es entonces cuando el verdadero profesional no debe apabullar con explicaciones extensas y aburridas, sino tratar de transmitir a su interlocutor sus conocimientos con un lenguaje que él entienda. En Iberwine oí  a Ferran Centelles(quien fuera sumiller de El Bulli): ‘cada mañana me levanto con la inquietud de cómo se transmitir mejor mis conocimientos al cliente’. Me parece fundamental que no haya esa barrera de lenguaje técnico que, por otra parte, muchas veces ha impedido que el consumidor se acerque al mundo del vino y opte por el de la 'cerveza fresquita'...lo dejo que me caliento....

La otra opción es Fastvinic, local informal en el que se trata de interpretar el movimiento 'Slow' enfocado al mundo de la comida rápida. Es decir, dedican un esfuerzo a mejorar el concepto ‘comer algo con poco tiempo, pero de forma saludable y sostenible’.


En este local, separado de Monvinic por un portal de viviendas, nos encontramos un ambiente desenfadado, donde reinan unos fantásicos bocadillos en los que se cuidan los panes y los productos que van dentro. De ello dan información en paneles a la entrada acerca de dónde y como se producen, cumpliendo con el parámetro de proceder de Cataluña. Que nadie vea en esto un fundamento nacionalista, ya que de lo que se trata es de dar productos identitarios de una región, fomentando a la vez el comercio en dicha zona.
Esto ya se hizo con los ‘restaurantes Km 0’ en los que te aseguran, entre otros requisitos, que un porcentaje de los productos que allí se consumen proceden de un area de 100 km como máximo, lo que beneficia/fomenta a ganaderos, agricultores, pescadores, bodegueros, etc. proximos a esos locales.
Además de la comida, se preocupan(no podía ser de otra manera) por dar a elegir 20 vinos por copas, que maravilla!, priorizando a los pequeños viticultores con calidad, pero que cuidan el impacto medioambiental.

Por último, reseñar la apuesta decidida por la ecología y la sostenibilidad. Allí mismo podemos reciclar todos los utensilios de menaje(menos la bandeja y las copas) en sendos contenedores dentro del local.

Para mí sería una de las visitas obligadas si fuese a Barcelona y aún no lo conociese. Espero que para vosotros también.


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